Un estudio comprueba que las cubiertas vegetales reducen un 75% la erosión del olivar
Los suelos agrícolas sostienen la vida con la producción de alimento, pero también tienen un papel esencial frente al cambio climático. Actúan como sumideros de carbono almacenando grandes cantidades de carbono y reduciendo su concentración en la atmósfera. En suelo, ese carbono, es el principal indicador de su fertilidad, por lo que un aumento de la concentración de este elemento implicaría más alimento y un aire más limpio. En el olivar mediterráneo se dan altas tasas de erosión debido a una tormenta perfecta: un clima con episodios de lluvias intensas, la orografía de muchos olivares de montaña con pendientes elevadas y la labranza convencional que deja el suelo desnudo, fomentando la escorrentía, el arrastre de suelo y, con él, la pérdida de carbono orgánico asociado al sedimento. Con el objetivo de conocer si las cubiertas vegetales son una buena estrategia para frenar la pérdida de carbono orgánico del suelo por erosión, un equipo coordinado por el investigador del grupo de investigación de la UCO, Francisco Márquez, ha analizado durante cuatro años los efectos de las cubiertas vegetales en la pérdida de carbono orgánico del suelo en comparación con el uso del laboreo convencional, tal y como recoge Agrónoma.
¿Cuál es el estado de los suelos de los olivares mediterráneos?
El proyecto europeo Soil O-live, liderado por la Universidad de Jaén, ya ha recogido más de 5.200 muestras en las 52 parcelas del proyecto en distintos puntos de Europa y el Norte de África para avanzar en el estudio del efecto del manejo agrícola en el estado de salud general de los suelos de los olivares mediterráneos. Esta iniciativa, cuyo desarrollo comenzó hace siete meses, también se centra en el análisis del impacto sobre la producción y calidad de los aceites de oliva producidos en la región mediterránea. Los investigadores, siguiendo los protocolos y estándares definidos por la Unión Europea, han tomado cinco réplicas en cada una de las parcelas a dos profundidades distintas, 10 y 20 centímetros, de forma que será posible analizar los efectos de la actividad agraria en diferentes sustratos del suelo del olivar. Las parcelas seleccionadas corresponden a varios sistemas de cultivo del olivar, tradicional, intensivo y ecológico, de forma que el proyecto podrá llevar a cabo un análisis comparativo entre cada uno de ellos. Las muestras se han tomado en diferentes puntos del Arco Mediterráneo con tradición olivarera, como el Sur de Portugal, la isla de Lesbos, Creta, la región de Kalamata (Grecia), Toscana, Lazio y Sicilia (Italia), Marruecos y el Sur de España. Tras la recogida, los investigadores ya han comenzado a procesar las muestras de suelo en el laboratorio para proceder a extraer los primeros datos.
Nuevo pilar del “Green Deal” agrícola
En su paquete de nuevas medidas titulado “uso sostenible de los recursos naturales”, la Comisión Europea ha decidido lanzar esta semana una nueva iniciativa centrada en el control de la calidad del suelo. La propuesta, que pretende remediar la degradación del 60% de los suelos europeos, tendrá implicaciones en la agricultura. El Copa y la Cogeca acogen favorablemente esta iniciativa, aunque algunos elementos específicos deberán ser mejorados por los colegisladores. Los agricultores y los propietarios de bosques siempre se han tomado en serio el núcleo fundamental de su sector: unos suelos sanos. Es el cimiento de nuestros medios de vida, la base de la producción de alimentos y fibras, y la base de nuestra existencia. La comunidad agraria también ha sido un perro guardián, señalando los problemas asociados a la artificialización cada vez mayor de la tierra en el continente. En este contexto, acogemos con satisfacción que la Comisión Europea preste atención a esta cuestión.
Guía sobre el real decreto de normas para la nutrición sostenible de los suelos agrarios
Otro Real Decreto publicado a finales del año pasado es el denominado como RD de suelos sostenibles. El objetivo que tiene este RD es el de disminuir el impacto ambiental de la aplicación en los suelos agrarios de productos fertilizantes y otras fuentes de nutrientes o materia orgánica con el fin de conseguir que el agricultor realice una fertilización más sostenible y respetuosa con el suelo. En 2020 España superó 17,51 kt el límite de las emisiones de amoniaco que se habían asignado a través de la Directiva (UE) relativa a la reducción de las emisiones nacionales de determinados contaminantes atmosféricos, debido, fundamentalmente a las actividades agrarias. En concreto, el 28% se debía a la aplicación de las deyecciones del ganado en los suelos agrarios y un 17,2% al uso de los fertilizantes nitrogenados (fundamentalmente la urea) en la fertilización de cultivos.
El laboreo convencional limita el secuestro de carbono de los suelos agrícolas
Según datos de 2013, las emisiones anuales de carbono emitidas a la atmósfera y que tienen su origen en la actividad humana representaban el 0,4% del carbono almacenado en el suelo. Por ello, en la Conferencia de París sobre el Clima de 2015, Francia impulsó la iniciativa 4 por mil a la que se sumó España y que tiene como meta aumentar la capacidad de secuestro del carbono de los suelos agrícolas un 0,4 por ciento. Un estudio realizado por el grupo de investigación SUMAS de la Universidad de Córdoba y publicado en la revista Environmental Research ha analizado durante 15 años los suelos de olivares mediterráneos manejados con laboreo convencional y ha comprobado que esa cifra no solo no se alcanzaba, sino que incluso disminuía, situándose la pérdida de secuestro del carbono entre el 0,8% (en los primeros 40 cm del suelo) y el 2,1% (si se consideraba el perfil completo del suelo).