La nueva Ley Europea del Suelo no impondrá nuevas obligaciones a los agricultores
La Unión Europea ha alcanzado un acuerdo informal para aprobar una nueva legislación sobre vigilancia del suelo con el objetivo de restaurar su salud de aquí a 2050. La norma, impulsada en el marco de la estrategia de contaminación cero de la Comisión Europea, ha sido negociada intensamente durante los últimos meses y, tras los trílogos entre Parlamento, Consejo y Comisión, ha logrado finalmente algo esencial para el campo: no impondrá nuevas obligaciones a agricultores ni gestores de tierras. Una redacción final que, como ha venido defendiendo ASAJA durante todo el proceso de negociación en Bruselas, supone un alivio para los profesionales del campo, al tiempo que reconoce su papel como aliados fundamentales en la conservación de los suelos. «Proporcionarles mejor información y ayuda más eficaz, al tiempo que se evitan cargas administrativas y nuevas obligaciones, son las principales características de esta nueva legislación», subrayó el eurodiputado Martin Hojsík, ponente del texto en la Eurocámara. Una declaración que pone negro sobre blanco la importancia del trabajo de lobby desarrollado por ASAJA en las instituciones europeas, de la mano de la organización alemana DBV, donde se ha batallado para que los esfuerzos en sostenibilidad no se traduzcan en una mayor carga burocrática.
Una nueva herramienta para la gestión sostenible del suelo en la UE
La Unión Europea (UE) se ha marcado el objetivo de lograr suelos sanos en Europa para el año 2050. Se trata de un reto ambicioso teniendo en cuenta que, según el Consejo Europeo, el 60% de los suelos de la Unión está degradado o se considera en un estado no saludable. La inminente aprobación de la Ley de Vigilancia del Suelo por parte de la UE va a marcar un antes y un después en la implementación de políticas para una gestión sostenible de este recurso, tan esencial para la vida como el aire o el agua pero que hasta ahora no había contado con una normativa específica para protegerlo. El primer paso es supervisar y evaluar la salud de todos los suelos, un deber que recae en los Estados miembros y que permitirá después diseñar políticas de protección y gestión sostenible adaptadas a sus especificidades. No se trata de una tarea sencilla: para que las administraciones competentes puedan aplicar políticas concretas deberán conocer antes cómo son los suelos que componen sus territorios, por lo que es fundamental contar con información detallada para mejorar la gestión de este recurso. En este contexto, un equipo internacional experto en ciencias del suelo ha propuesto una serie de recomendaciones que puedan servir de apoyo a esas decisiones. El grupo está compuesto por 28 investigadores e investigadoras de diez Estados, y en él la representación española corre a cargo de la Universidad de Córdoba a través de dos investigadores de la Unidad de Excelencia María de Maeztu Departamento de Agronomía (DAUCO): Tom Vanwalleghem, del grupo de Hidrología e Hidráulica Agrícola, y Antonio Rafael Sánchez Rodríguez, de la Unidad de Edafología.
Modificación del Real Decreto de Nutrición Sostenible de Suelos
El Consejo de Ministros aprobó ayer, a propuesta del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, un real decreto que incorpora nuevas normas y la simplificación de algunas medidas del real decreto de nutrición sostenible de los suelos agrarios de 27 de diciembre de 2022. Se modifican los artículos relativos al cuaderno de explotación, el plan de abonado y sobre el uso de estiércoles y abonos orgánicos. En concreto, se incluyen ciertos incentivos para el uso del cuaderno digital, ya que no tendrá carácter obligatorio, y se especifica la información del plan de abonado que debe incluirse en el cuaderno de explotación, uno de cuyos puntos clave es la determinación de la dosis. Además de incorporar una redacción más clara de las disposiciones relativas a la reducción de la emisión de amoniaco, se tienen en cuenta otras tecnologías que permiten reducir el riesgo de lixiviación (extracción de una sustancia de un material sólido).
Guía doméstica para medir la calidad de los suelos
Cómo saber si un suelo es más fértil que otro. Éste es el reto en el que trabaja el proyecto ‘Microfauna: Los secretos del suelo’ donde investigadoras de la Universidad de Sevilla, junto con estudiantes del IES Virgen de Valme (Dos Hermanas) y asociados de Enredaos con la tierra (La Puebla del Río) se han convertido en científicos-ciudadanos para elaborar una guía destinada a público no experto que determine la calidad de los suelos mediante la medición de su biodiversidad y su capacidad de descomponer la materia orgánica. Esta iniciativa forma parte del proyecto ‘Andalucía + ciencia ciudadana’, impulsado por la Consejería de Universidad, Investigación e Innovación y coordinado por Fundación Descubre y la Universidad Pablo de Olavide, que pretende potenciar la utilización de este abordaje científico participativo entre distintos agentes de la región. En concreto, supone la implicación activa de una comunidad para dar respuesta a un problema cercano con acciones basadas en el conocimiento, en este caso la conservación de un recurso desconocido como el suelo.
Identifican un gen de un hongo que regula el cobre de las plantas en suelos contaminados
Un equipo de investigación de la Estación Experimental del Zaidín (EEZ-CSIC, Granada) ha identificado un gen de un hongo del suelo asociado a las raíces y que mejora el crecimiento de las plantas tanto en entornos contaminados con cobre como en deficientes en este nutriente. Estos microorganismos poseen la capacidad de ‘filtrar’ este metal pesado, esencial para la fotosíntesis vegetal, para aportárselo a la planta cuando hay escasez. Así mismo, puede ‘ajustar la dosis’ para no perjudicarlas cuando hay exceso del mismo en el terreno. Las investigadoras se centran en uno de los hongos del suelo que regulan la disponibilidad de cobre para la planta, el hongo micorrícico arbuscular Rhizophagus irregularis, cuyo genoma no está totalmente estudiado en la actualidad. Por tanto, se desconoce cómo éste ejerce algunas de sus funciones biológicas. El trabajo de las investigadoras identifica y arroja luz sobre cómo opera uno de estos genes. Así, con esta información, podría desarrollarse un marcador molecular que permita identificar hongos micorrícicos, es decir, que estén asociados con la planta en una relación simbiótica de beneficio mutuo, más eficientes para regular el cobre que adquieren los vegetales. Asimismo, podrían emplearse como biofertilizantes y bioprotectores que mejoren las estrategias de cultivo.