Proyecto para obtener biogás combustible y baterías recargables a partir del alpeorujo

Dos grupos de investigación del Departamento de Química Inorgánica e Ingeniería Química de la Universidad de Córdoba y la Asociación Cordobesa de Industrias Almazaras (Acora) han comenzado a trabajar en un ambicioso proyecto de colaboración que se centra en la obtención de biogás combustible, carbón activo con aplicabilidad como adsorbente y baterías recargables sostenibles, a partir de uno de los residuos agroindustriales más abundantes en Andalucía: el alpeorujo. Según recoge El día de Córdoba, el proyecto, titulado Valorización energética dual del alpeorujo: Biometanización avanzada y producción de carbones para baterías recargables sostenibles (OLIVE2ENERGY) y coordinado por el Profesor Titular de  Ingeniería Química de la UCO José Ángel Siles, ha sido concedido recientemente en la convocatoria 2020 deayudas para la realización de proyectos de interés colaborativo en el ámbito de los Ecosistemas de Innovación de los Centros de Excelencia internacional y en el marco estratégico por el que se impulsa el desarrollo de proyectos singulares de actuaciones de transferencia en los Campus de Excelencia Internacional en las Áreas de la Estrategia RIS3-Andalucía. En concreto, se integra en el Proyecto Singular AgroMIS del ceiA3, donde participan la Organización interprofesional Aceite Oliva Español y el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida de Baena.

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El comportamiento del nitrógeno en aguas regeneradas para riego del olivar

El uso de aguas residuales regeneradas en regadío agrícola se erige como una de las principales estrategias de riego sostenible en un contexto en el que el sector agrícola es responsable del 70% del uso de agua a nivel mundial. El empleo de estas aguas regeneradas hunde sus raíces en el concepto de economía circular, ya que incorpora ciertos macronutrientes que permiten aportar al cultivo recursos hídricos y, a la par, fertilización. Con esta estrategia de fertirriego (aplicación de nutrientes a través del propio sistema de riego) se consigue, por tanto, un doble beneficio: dar una segunda vida al agua y ahorrar en costes de fertilización. Este escenario es el que se ha desarrollado a través del proyecto Reutivar, en el que un equipo de la Unidad de Excelencia María de Maeztu – Departamento de Agronomía de la UCO (DAUCO) ha trabajado en la puesta a punto de un sistema de fertirriego de precisión en olivar a partir del uso de aguas regeneradas.

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Miden la cantidad de suelo fértil que produce la cubierta vegetal del olivar

Un equipo de investigación del área de agricultura y medio ambiente del Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (Centro Alameda del Obispo, Córdoba) ha medido cuánta materia orgánica incorpora al suelo del olivar la presencia de tres tipos de hierbas cultivadas, junto a la que surge de forma espontánea. La cantidad fluctúa entre 10,5 y 14,5 toneladas al finalizar el periodo de cuatro años que analizaron. Este aporte lo propicia tanto el depósito de restos de esas especies, como la protección frente a la erosión, en especial la lluvia. El estudio avala la idea lanzada en la COP21 (cumbre contra el cambio climático de Naciones Unidas celebrada en París en 2015) de mitigar esta crisis global con un mejor manejo de los suelos agrícolas. “Se cumple sobradamente el objetivo fijado por la iniciativa 4 por mil que pretende, a través de buenas prácticas agrarias, incrementar el carbono orgánico del suelo al menos un 0,4% al año para compensar las emisiones por causas humanas”, señala a la Fundación Descubre el investigador del centro Alameda del Obispo, Miguel Ángel Repullo, primer autor del estudio ‘Soil organic matter and nutrient improvement through cover crops in a Mediterranean olive orchard’, publicado en la revista Soil & Tillage Research.

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Cubiertas vegetales y calidad del suelo agrícola a corto plazo

El índice de estratificación del carbono orgánico en suelo se emplea como un indicador de la calidad del suelo. Este parámetro ofrece información sobre la fertilidad de una zona determinada y su capacidad para soportar diferentes actividades agrarias, así como la productividad de sus cultivos. De esta manera, se puede conocer la calidad de un suelo a partir de su contenido de carbono orgánico y del índice de estratificación del mismo. Este ha sido el punto de partida del grupo de investigación SUMAS, formado por Luis Parras, Beatriz Lozano, Jesús Aguilera y Manuel González, del Departamento de Química Agrícola, Edafología y Microbiología de la Universidad de Córdoba (UCO) en España, que ha estudiado diferentes manejos del suelo y sus efectos a corto y medio-largo plazo para comprobar los cambios en el carbono orgánico de los suelos. Su investigación se ha centrado en un olivar centenario de secano del Mediterráneo, concretamente, en la campiña de Jaén, con el fin de evaluar el grado de degradación e identificar las mejores prácticas para obtener un uso sostenible del suelo. En este estudio han recurrido a tres tipos de manejos durante diferentes periodos de tiempo. Por un lado, el manejo convencional aplicado en una parcela desde el 2003 hasta el 2017, donde han observado la evolución de la calidad a medio-largo plazo. “Aquí encontramos muy poca variación, porque el problema de los suelos mediterráneos es que la cantidad de carbono que tienen es muy baja debido a su climatología”, apunta Luis Parras, investigador del proyecto y profesor titular de Edafología y Química Agrícola de la UCO.

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El olivar, el gran aliado contra el cambio climático

El suelo es uno de los mayores reservorios de carbono en los ecosistemas terrestres, ya que en el proceso de secuestro de CO2, contribuye en gran medida a reducir los gases de efector invernadero. En esta premisa se basa la tesis doctoral del investigador del departamento de Química Agrícola, Edafología y Microbiología de la Universidad de Córdoba que trabaja dentro del proyecto europeo Diverfarming Manuel González Rosado, y que recoge Agrónoma. El doctor en Edafología y Química Agrícola, tal y como recoge Agrónoma, explica que el suelo del olivar mediterráneo tiene una enorme capacidad para secuestrar carbono ya que, durante muchos años, se han empleado malas prácticas que han conllevado la pérdida de CO2, como el laboreo convencional o el no laboreo a base de herbicidas. Eso ha derivado en que se haya encontrado muy poco carbono estabilizado en suelo en las parcelas de Jaén donde se ha llevado a cabo el estudio, por lo que actualmente existe una gran capacidad de almacenamiento en esta zona. “Son suelos que tienen un gran potencial, porque existe mucha disponibilidad de almacenamiento, lo cual da la oportunidad de secuestrar carbono y hacer que permanezca, con las prácticas agrícolas adecuadas”, explica González. Entre los manejos estudiados que ayudan a la captación de carbono se encuentra la introducción de cubiertas vegetales entre las calles del olivar que, además, previenen la erosión del suelo, algo que se dibuja como uno de los principales problemas de los olivares andaluces.

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