El consumo mundial de vino se redujo un 3% en 2020

El año de la crisis de la covid-19 provocó una caída del 3% en el volumen de vino consumido, registrando una cifra de 234 millones de hectolitros, alcanzando así el nivel más bajo de consumo registrado desde 2002, según ha explicado Pau Roca, el director general de la Organización Internacional del Vino OIV, y recoge Financial Food. Roca, que presentó las principales cifras del sector mundial durante el pasado ejercicio, señaló que la superficie del viñedo mundial se estima en 7,3 millones de hectáreas, estable desde 2017, mientras que la producción mundial de vino, excluidos zumos y mostos, en 2020 se estima en 260 millones de hectáreas, un 1% superior a 2019, un nivel ligeramente por debajo de la media por segundo año consecutivo. Por otro lado, en 2020, el mercado de las exportaciones mundiales de vino se ha contraído ligeramente en volumen, alcanzando los 105,8 millones de hectolitros, lo que supone un descenso del 1,7% respecto a 2019, pero ha experimentado una caída bastante considerable en valor, con 29.600 millones de euros, un 6,7% menos que el año anterior. Respecto a este año, Roca señaló que las primeras estimaciones de producción de vino en el hemisferio sur indican una previsión de volúmenes elevados para 2021 en la mayoría de los países, a excepción de Argentina. Asimismo, explicó que las significativas revisiones de datos a la baja en la superficie de viñedo, la producción y el consumo de vino en China, junto con la marcada disminución en las importaciones de vino, señalan el probable final de la tendencia de rápido crecimiento iniciada hace 20 años.

Según la OIV, se han producido una serie de conductas de consumo heterogéneas en 2020 en los distintos países, en función de factores como hábitos de consumo nacionales (peso del vino en relación con el total de las bebidas alcohólicas, peso del canal Horeca, etc.), duración y rigurosidad de las medidas de confinamiento y políticas relacionadas, como las prohibiciones de ventas, y el peso del turismo en el consumo nacional de vino.

Además el cierre total o parcial del canal Horeca ha ocasionado una caída en las ventas en valor y, en menor medida, en volumen, que se vio compensada solo parcialmente por el aumento en las ventas de vino a través del comercio electrónico y la gran distribución.

Por otro lado, el vino de alta gama fue el que más se vio afectado por el cierre de los restaurantes y las salas de cata, mientras que los grandes productores que dominan el canal off-premise (fuera del establecimiento), en alianza con los grandes mayoristas, tuvieron un buen desempeño.

A excepción del prosecco, el vino espumoso fue la categoría de vinos más afectada en 2020. Por el contrario, las ventas de vino en bag-in-box han experimentado un gran aumento, a pesar de que los volúmenes generales permanecen bajos.

A ello se suma que se han producido cambios en los patrones del comercio internacional debido a la disminución prevista en la demanda mundial ocasionada por la crisis de la covid-19 y la imposición de nuevas barreras al comercio (aranceles comerciales de represalia de EE. UU., aranceles de China al vino australiano, Brexit).

Nuevas oportunidades

En su intervención final, el director general de la OIV recordó que los productores de vino han debido afrontar y deberán seguir afrontando “una necesidad de adaptarse a la diversificación de los mercados y de los canales de distribución”. El director general destacó que esta situación añadió dificultades a un sistema ya de por sí complejo y que únicamente quienes adopten una conducta de permanente adaptación podrán seguir en pie.

“Se trata de un sector muy concentrado y, por ende, de alto riesgo. Esto nos demuestra que la diversificación es necesaria, comenzando por el consumo”, declaró. Entre otros objetivos, la OIV está trabajando para que el vino sea un producto de consumo más universal. “Asia, como un continente consumidor en crecimiento, constituye uno de los mayores retos para el mundo del vino”, explicó Pau Roca.

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