Hace ya muchos años que oímos hablar de dieta mediterránea, pero la mayoría no tenemos del todo claro qué productos entran en esta definición y cuáles no. Por ejemplo, ¿los quesos entran, o el yogur? ¿La cerveza o el vino? Una hamburguesa con doble de tomate y lechuga, ¿es dieta mediterránea?… Desde El Diario nos lo explican en el artículo que reproducimos. Resulta que una hamburguesa con doble de tomate, pepinillos y lechuga puede ser dieta mediterránea si el panecillo es integral, la carne es de pollo o pavo y carece de queso o mayonesa y ketchup, o bien las salsas no comportan azúcares añadidos, cosa difícil de creer. Y es que la dieta mediterránea no depende de los platos en sí, sino de sus ingredientes, pero también de las proporciones y las frecuencias. Esto es: qué comemos, en qué cantidades y cuántas veces a la semana. En este sentido, conviene no olvidar que dieta procede del griego diaita, que significa “régimen de vida”, o si se quiere “hábitos y costumbres cotidianas”, de modo que en la dieta mediterránea deberíamos incluir el ejercicio de moderado a intenso diario.