El Nutriscore sigue generando polémica. Este etiquetado que en el mes de abril veremos en los productos alimenticios que se vendan en nuestro país ha puesto en pie de guerra a muchos sectores. El primer grito en el cielo lo puso el sector del aceite de oliva al salir perjudicado en la calificación que este etiquetado establece por colores según el valor nutricional, y a ellos se han sumado ahora el del jamón ibérico. El problema está en la grasa que se generaliza sin tener en cuenta sus bondades en el caso de estos dos productos. Por el momento, la administración lo entiende en el aceite de oliva, según ha explicado hoy en La mañana de Andalucía la directora general del Ministerio de Consumo, Bibiana Medialdea, quien ha explicado que “el aceite de oliva tiene un gran contenido en grasas, pero son saludables y esas bondades que reconocen muchos estudios científicos no están recogidas en Nutriscore y por eso se plantea una excepción dado que queda mal clasificado”. No ocurre así con el jamón ibérico, sobre el que Medialdea no se pronuncia tan tajantemente: “Todas las excepciones siguen criterios científicos que son muy claros en el caso del aceite de oliva. En el caso del jamón ibérico no lo tengo claro y se actuará en función de lo que digan los estudios científicos y técnicos”.
De cualquier modo, la responsable de Consumo admite respecto a Nutriscore que “la simplificación hace que se cometan errores”, si bien resalta que “existe consenso en que aunque tiene problemas es el que mejor funciona para comparar alimentos de una misma categoría para elegir al más saludable”.
Por otro lado, Bibiana Medialdea también se ha pronunciado sobre la regulación por parte del Gobierno de las mascarillas transparentes que permiten la lectura de los labios en el caso de las personas sordas. “Éramos conscientes de las dificultades para estos colectivos, pero no podíamos tomarnos a la ligera las cuestiones de seguridad y teníamos que hacer posible visualizar la boca sin rebajar los estándares de calidad”, ha dicho respecto a estas mascarillas higiénicas que son “asequibles porque las hay que se pueden usar en condiciones de seguridad después de 20, 30 y hasta 70 lavados en algunos casos, además de sostenibles porque no se tiran tras cada uso”.
