Las perspectivas para el sector del aceite de oliva en Brasil continúan siendo alentadoras, ya que existe un crecimiento sostenido de la demanda, con previsión de que continúe, dada la preocupación de los consumidores por la salud y el bienestar. Por ello, dentro del sector de los aceites favorece el aumento del consumo de aceite de oliva, en sustitución de otras posibles alternativas que no presentan tantos beneficios naturales, según un estudio de ICEX España Exportación e Inversiones que recoge Mercacei.
Este informe señala que las campañas de marketing del aceite de oliva potencian este punto positivo del producto, y la demanda, que hasta el momento estaba concentrada en la población de renta alta y media-alta, ha pasado también a estar compuesta por la población de clase media, que conoce el producto y lo consume habitualmente.
La producción brasileña de aceite de oliva, representa una parte mínima del consumo nacional, está en crecimiento y se encuentra apoyada por asociaciones y entidades estatales, con la perspectiva del desarrollo de las regiones de cultivo y apoyando inversiones. Sin embargo, según este organismo, es muy difícil que llegue a representar una parte importante del mercado, entre otras cosas por las propias características geográficas del país.
Las plantaciones de olivos en Brasil se concentran en el estado de Rio Grande do Sul, la Sierra de Mantiqueira, que separa los estados de Minas Gerais y São Paulo. Existen algunas producciones aisladas en la región de la Chapada Diamantina de Bahia, Espirito Santo y Paraná.
La producción total brasileña se estimó en 2019 en alrededor de 150.000 litros, con un incremento del 40% respecto al año anterior por el comienzo del periodo productivo de árboles plantados anteriormente.
En los últimos años, se ha visto un auge de los aceites procedentes de los países del cono sur, de procedencia chilena y argentina, que han ido ganando fuerza y adelantando a productores tradicionales como es el caso de Italia. No obstante, una de las ventajas con las que cuentan este tipo de aceites, es la exención del impuesto de importación que va a verse reducida en los próximos años fruto del acuerdo UE-MERCOSUR.
Y es que Brasil se encuentra dentro del TOP 10 de países consumidores de aceite de oliva, siendo, tras Estados Unidos, el segundo importador mundial. A su vez, el principal competidor del aceite de oliva español es Portugal, que se situó con una cuota de mercado del 60% en volumen en el año 2018. El aceite de oliva portugués y en menor medida el italiano, se benefician de la imagen de marca, más fuerte que la imagen del aceite español, puesto que el consumo de aceite de oliva siempre ha estado ligado a la comunidad y gastronomía portuguesa e italiana, y en especial a la época de Pascua, y Navidad.
No obstante, España es la segunda proveedora de aceite de oliva, seguida por Argentina, Chile e Italia, que cuentan con un 10%, 7% y 6% respectivamente.
Por otro lado, el informe resalta el uso cada vez más extendido del canal de distribución on line; así como el aumento de las tiendas especializadas, denominadas emporios y que se encuentran enfocadas en productos gourmet. El canal Horeca también ofrece grandes oportunidades, especialmente con el crecimiento del número de restaurantes de comida española en las ciudades más cosmopolitas del país.
La imagen del aceite de oliva se presenta como positiva para el consumidor brasileño, ya que engloba una serie de características que se asocian al producto, en general, como la calidad y las propiedades beneficiosas para la salud. En concreto con el producto español se asocia la imagen propia del país, que se relaciona con aceites de calidad, con la gastronomía española, con la Dieta Mediterránea y con el estilo y la calidad de vida.