El valor del suelo agrario aumenta en 2023

La sequía y la alteración de los patrones climáticos han supuesto en 2023 una reducción de la producción de un sector agrario que ya se estaba viendo penalizado por una marcada inflación en sus costes de producción. En varios casos, las menores cosechas han permitido repercutir los mayores costes de producción al precio de los alimentos, limitando el impacto de esta coyuntura en la rentabilidad de las explotaciones agrícolas. Para aquellos cultivos que no han podido contrarrestar su caída en volumen con aumentos de precio en los productos, esta situación coyuntural tampoco ha impactado de momento de forma relevante en los precios de la tierra, que se han mantenido por lo general estables, con incrementos moderados en algunos cultivos, generalmente más pronunciados en la modalidad de regadío.

Son algunas de las claves apuntadas en el informe Suelo Agrario en España 2023 elaborado por el Servicio de Estudios de Tinsa, la mayor empresa de valoración de fincas rústicas en España, y recogida por la OleoRevista, con más de tres millones de hectáreas tasadas desde 2008. Este informe anual, que cumple su segunda edición, aporta un análisis de las tendencias de mercado y de la evolución de los principales indicadores de la producción agropecuaria en España, así como referencias de valor del suelo agrario en 2023 y su evolución media en el último lustro (CAGR 2018-2023) a partir de la extensa base de datos de Tinsa de tasaciones de fincas rústicas.

El contenido del informe desglosa siete grandes categorías de cultivo: herbáceos (cereales, tubérculos y leguminosas), olivar, viñedo, frutales no cítricos, cítricos, hortalizas, y prados y pastizales. El profundo conocimiento local de la red de técnicos rústicos de Tinsa permite identificar tendencias de mercado por cultivo y desde una perspectiva geográfica en las Comunidades Autónomas más relevantes desde el punto de vista de producción en cada categoría.

Para analizar el rendimiento de una inversión en un suelo rústico realizada hace cinco años, el informe incorpora una referencia de tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR por sus siglas en inglés) para el período 2018-2023, un indicador que refleja la evolución media del valor del suelo a 5 años.

Aunque las alteraciones del clima están afectando de forma generalizada, el informe destaca que en algunos tipos de cultivo (herbáceos, olivar y hortalizas, por ejemplo) ha sido posible compensar el impacto del descenso de producción con el incremento en el precio del producto.

 

Valor del suelo en el olivar

La producción del olivar ha sufrido una fuerte reducción. Los últimos datos del Ministerio sitúan la producción en el nivel más bajo de los últimos 10 años, a poca distancia de las limitadas cosechas de los años 2005 y 2012, una situación que se ha prolongado durante 2023.

“El cultivo de olivar se ha visto severamente afectado por unas temperaturas altas demasiado tempranas que comprometieron la formación del fruto. De momento, se trata de un episodio aislado que no ha afectado al valor de la tierra”, afirma Andrea de la Hoz.

Aunque la producción se ha reducido en términos de volumen, el incremento del precio final del producto hasta máximos históricos ha permitido compensar la inflación de los costes de producción desde 2022 por la coyuntura inflacionista.

El hecho de que el olivar sea un cultivo a largo plazo, que ha de mantenerse durante periodos largos para amortizar la inversión que supone, favorece una volatilidad pequeña en el valor de la tierra. Además, la estabilidad en el consumo durante la última década explica que sea considerado un ‘valor seguro’.

Los suelos de olivar en regadío muestran un valor bastante estable desde 2022, tras el periodo de aumento de precios que se produjo entre 2015 y 2021. En 2023 alcanzó un valor medio en España de 36.400 €/ha. Por su parte, los suelos de secano muestran una tendencia ligeramente bajista desde 2020, con un valor de 23.600 €/ha en 2023. Según los datos de tasaciones de Tinsa, el CAGR 2018-2023 en las fincas de regadío es del 1,2%, frente al 0,2% en secano.

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