Efecto de la calima registrada en marzo sobre el estado fitosanitario de los almendros en Andalucía

Durante el mes de marzo se ha registrado en toda nuestra geografía un fenómeno meteorológico conocido como calima, siendo el hecho más destacable la presencia de una gran cantidad de polvo en suspensión que, arrastrado por la lluvia, lo ha cubierto todo. Los depósitos sobre las hojas, tal y como nos recuerdan desde la Red de Alerta e Información Fitosanitaria de Andalucía (RAIF), disminuyen la velocidad de evaporación del agua de lluvia permaneciendo durante más tiempo un elevado grado de humedad sobre el cultivo y, por lo tanto, favoreciendo el desarrollo de las esporas de los hongos. Desde el punto de vista fitosanitario, este hecho podrá aumentar la incidencia de enfermedades fúngicas aéreas, como Lepra o abolladura (Taphrina deformans), Cribado (Coryneum beijerinckii/Stigmia carpophila) o Moniliosis (Monilia spp.) entre las más comunes, y sobre todo con el aumento de las temperaturas.

Desde la RAIF nos recuerdan que la estrategia de lucha contra estas enfermedades es sobre todo preventiva, cuando las condiciones ambientales son favorables para la enfermedad. Estas condiciones se producen con temperaturas suaves y humedad relativa alta. La arboleda debe estar protegida desde el inicio de la brotación, en los estados fenológicos C/D (antes de la floración), hasta el cuajado del fruto.

Hay que tener especial cuidado con las variedades que vegetan más, como Antoñeta y Guara; son más sensibles a esta enfermedad porque en el interior del follaje se crean más fácilmente las condiciones de humedad y temperatura favorables para el hongo.

En primavera, en parcelas infectadas, el hongo empezará a producir esporas, a partir del micelio hibernante. La lluvia y el viento dispersarán dichas esporas, que germinarán e infectarán los tejidos. En otoño hay otra fase en la que el hongo vuelve a estar activo. Primaveras y otoños lluviosos son momentos críticos para esta enfermedad.

La destrucción de restos vegetales afectados, podas adecuadas que permitan una correcta aireación y el uso racional de abono nitrogenado son medidas culturales que ayudan a la prevención de esta enfermedad.

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