La Junta elabora una guía de información sobre el manejo del algodoncillo en el olivar

Como consecuencia del importante incremento de las poblaciones de algodoncillo (Euphyllura olivina) en numerosas comarcas olivareras en los últimos años -por causas que aún no se conocen con certeza y que están dando lugar a daños relevantes en algunos puntos-, la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible de la Junta de Andalucía ha elaborado una guía con la información de la plaga y recomendaciones de gestión, que recoge Mercacei en el artículo que reproducimos a continuación. A pesar de que el algodoncillo del olivo es una plaga secundaria, en ocasiones puede llegar a producir daños importantes en el cultivo. En España, el ciclo biológico presenta con carácter general 3 generaciones anuales. Inverna en estado adulto refugiándose en la base de ramitas, hojas y yemas. El inicio de actividad coincide con el inicio de desarrollo vegetativo del árbol. A finales del invierno, o principio de primavera, se inicia la primera generación con la puesta de huevos que dan lugar a las sucesivas fases de desarrollo, proceso que dura unos 35 días de media. Coincidiendo con la floración tiene lugar la segunda generación, entrando los adultos de junio a septiembre en reposo estival, dando lugar a una tercera generación al inicio de otoño, cerrando el ciclo anual. En algunos puntos de Andalucía se sospecha que pueda existir una cuarta generación que incrementa las poblaciones de un año a otro, aunque esta observación debe confirmarse.

La presencia de esta especie es fácil de percibir, tanto los adultos como sobre todo las ninfas que se rodean de la característica masa algodonosa. Al tratarse de insectos chupadores de la savia elaborada, pueden dar lugar a un anormal desarrollo vegetativo del árbol en caso de una importante presencia de la plaga. Sin embargo, el mayor daño se produce cuando ataca a las inflorescencias y posteriormente a los frutos cuajados, ya que afecta a la fertilidad, produciéndose una significativa caída de botones florales y descenso del número de frutos cuajados. También existen daños indirectos provocados por la melaza azucarada que excretan los individuos, causando ésta posteriores ataques de hongos (principalmente negrilla), los cuales restan capacidad fotosintética al árbol, ensuciando, además, las hojas y los frutos.

En nuestro país se encuentra presente en todas las zonas olivareras y según diferentes estudios y análisis de la entomofauna del olivar, llega a ser una de las principales especies fitófagas del cultivo sin que en la mayoría de las ocasiones se produzcan daños dignos de ser preocupación. El clima es un factor regulador fundamental en el desarrollo de esta plaga, de tal manera que las bajas temperaturas del invierno y la poca presencia de lluvias, sobre todo en otoño, limita notablemente su desarrollo. Así mismo, las altas temperaturas al final de la primavera y comienzo del verano bloquean su actividad, estimulando la entrada en reposo estival de las hembras, llegando incluso a tener un efecto drástico en huevos y ninfas si las temperaturas son muy altas. Por otro lado, los inviernos suaves y las lluvias continuadas, sobre todo en otoño, pueden potenciar su desarrollo.

 

Medidas de control

Esta plaga es controlada fácilmente por sus enemigos naturales, de manera que los daños producidos por este insecto no suelen ser importantes. Entre estos enemigos naturales, destacan los depredadores Chrysoperla carnea y Anthocoris nemoralis y los parasitoides Alloxysta eleaphila y Psyllaephagus euphyllura. En este punto, es importante señalar que los tratamientos fitosanitarios con piretroides contra otras plagas del olivar pueden hacer descender los niveles poblaciones de estos insectos depredadores y parasitoides del algodoncillo, provocando esto un desequilibrio en el ecosistema que ocasiona un anormal desarrollo de la plaga. Por ello, esta especie puede considerarse clave para el mantenimiento de las poblaciones de depredadores citadas que también van a actuar sobre otras plagas, porque supone un recurso alimenticio básico para ellos y les ayuda a consolidar las poblaciones.

Entre las medidas culturales, para hacer descender los niveles de ataque de esta plaga, se encuentra la realización de podas en verano y en otoño-invierno, para facilitar la ventilación del árbol, así como la eliminación de varetas y chupones, con el objetivo de impedir que el insecto se refugie en el cultivo ante condiciones meteorológicas desfavorables. Del mismo modo se recomienda realizar una fertilización racional, no abusando de los abonos nitrogenados, ya que éstos favorecen la proliferación de brotes tiernos, donde es fácil que se instale la plaga.

Se ha constatado, además, que en explotaciones de olivar en las que se dispone de cubiertas vegetales, la incidencia de esta plaga es menor que en olivares sin cubierta vegetal, al refugiarse el insecto en las mismas y no en el árbol. Además, estas cubiertas vegetales favorecen la instalación de los enemigos naturales del algodoncillo, que lo mantienen en niveles poblacionales en los que no provoca daños en el cultivo.

Hasta ahora, dada la nula incidencia de este insecto en la sanidad vegetal del cultivo del olivo, no se consideraban aplicaciones fitosanitarias en los sistemas de producción integrada. En agricultura convencional, sujeta a la Gestión Integrada de Plagas, la recomendación es tratar cuando se alcancen las ocho ninfas por inflorescencia. No obstante, debido a causas que no están del todo claras, en los últimos años se está percibiendo un incremento generalizado de las poblaciones en numerosas comarcas olivareras de Andalucía, llegando a producirse importantes daños en algunos puntos.

Por ello se adopta un umbral establecido por el Consejo Oleícola Internacional (COI) para recomendar el uso de aplicaciones fitosanitarias cuando se superen las dos ninfas por inflorescencia o se supere el 60% de inflorescencias con presencia de masa algodonosa. El tratamiento debería realizarse al inicio del desarrollo de la masa algodonosa. Como la época de posible aplicación coincidiría con un momento crucial para las poblaciones de insectos auxiliares, se recomienda utilizar las materias activas autorizadas respetuosas con los mismos, descartando los piretroides y otros insecticidas químicos de acreditado impacto sobre depredadores y parasitoides.

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