El 30% del aceite de oliva mundial corresponde a la variedad picual, mientras que en segundo lugar se sitúa el arbequino, con una proporción que casi alcanza el 10%, según se desprende del último estudio realizado por Juan Vilar Consultores Estratégicos, recogido por Mercacei, que abarca las últimas cinco campañas como periodo de análisis. Este informe detalla que, en la actualidad, existen en el planeta 11,6 millones de hectáreas de olivar distribuidas por 64 países de los cinco continentes, y en términos de superficie cultivable supone el 1% del total de la misma. El número de olivos que cubre dicha superficie es de 4.000 millones, de los cuales 300.000 se destinan a la elaboración de aceituna de mesa y el resto a la extracción de aceite de oliva. Por categorías, de dichos olivos tan solo el 21% corresponde a olivar tradicional, mientras que el 32% pertenece a olivares de densidad media y el 47% son plantaciones de alta densidad.
En cuanto a la producción, el 61% corresponde a aceite de oliva de olivares tradicionales, el 29% a olivar de densidad media y el 10% a olivar de alta densidad.
Asimismo, la olivicultura internacional y sus industrias afines generan casi el 1,2% del empleo de la población activa, dando empleo a más de 30 millones de personas que se vinculan a unos 7 millones de familias, «siendo por tanto un cultivo estratégicamente social, con un volumen económico de negocios que oscila entre los 13.000 y los 15.000 millones de euros», según el informe.
En materia medioambiental, señala que por ser un cultivo leñoso permanente está considerado como el bosque artificial que mejor entorno o ecosistema supone para la biodiversidad y «los 116.000 kilómetros cuadrados y la masa vegetal que encierra supera a un gran número de reservas de la biosfera en extensión, suponiendo una porción tan solo 47 veces menor que la Amazonia».
A su vez, cada hectárea de olivar de media fija 2,6 toneladas de dióxido de carbono (CO2) por año, algo más de la mitad de lo que genera cada habitante del mundo de media (4,9 toneladas). «La olivicultura internacional fija 30 millones de toneladas de dióxido de carbono de manera conjunta, el 10% del total de dióxido de carbono que España genera por ejercicio», precisa.