El “efecto Ucrania” en el sector agroalimentario

Durante la celebración del salón Alimentaria de Barcelona, ha sido presentado el Informe Sectorial Agroalimentario. Un documento elaborado por CaixaBank Research. En él, se analiza el alcance y la repercusión que tendrá el conflicto de Ucrania sobre la economía española y el sector agroalimentario en particular, según recoge la Oleorevista en el artículo que reproducimos a continuación.

El sector agroalimentario sufrirá un notable impacto de forma directa por el fuerte encarecimiento de ciertos insumos procedentes del “granero de Europa”. En concreto, el 27% y el 62% de las importaciones de maíz y de aceite de girasol, respectivamente, proceden de Ucrania; y Rusia es un proveedor importante de abonos minerales. Además, la guerra en Ucrania está generando un fuerte aumento del precio de las materias primas agrícolas a nivel global. Eso también afectará de forma muy destacable al sector agroalimentario.

En cuanto al gasto realizado por los españoles en supermercados, sigue siendo elevado y el gasto en restauración ya supera el nivel precrisis. En este ámbito preocupa que un incremento persistente de los precios de los alimentos acabe mermando el poder adquisitivo de los consumidores y el consumo real.

La recuperación del turismo internacional es un elemento clave en el proceso postcrisis favorecido por incremento del gasto en restauración de los extranjeros, un segmento que todavía muestra un importante gap respecto a las cifras precrisis.

En cuanto al cambio climático, el informe analiza los esfuerzos que se deben realizar como la adaptación del regadío español a las nuevas circunstancias y, en este sentido, las inversiones de los fondos NGEU serán un gran apoyo para modernizar los regadíos.

 

Industria agroalimentaria

La industria agroalimentaria, por su parte, evoluciona más positivamente a pesar del encarecimiento de la energía (es una industria relativamente poco intensiva en el uso de energía en comparación con otras ramas industriales) y, por el momento, no parece verse afectada en demasía por la falta de suministros global. El informe señala que ha seguido una tendencia ascendente a lo largo de 2021, con un avance del 3,4% en la producción industrial.

Además, se compara el nivel del 4T 2021 respecto al 4T 2019, el VAB del sector primario es un 2,6% superior al nivel precrisis y su contribución al conjunto de la economía es similar a la de antes de la pandemia (2,7% del VAB en 2021 frente al 3,4% en 2020 y el 2,9% en 2019). Y resulta evidente que la evolución de los costes de producción está condicionando en gran medida la producción del sector agrario, llegando incluso a poner en aprietos la viabilidad económica de las explotaciones en algunos casos.

 

Sector agrícola

En 2022, el estallido del conflicto en Ucrania ha hecho aumentar los precios agrícolas en los mercados internacionales, y su trayectoria a corto plazo es muy incierta, condicionada a la evolución del precio de los insumos y, a más largo plazo, a las políticas de biocombustibles vinculadas a los esfuerzos para descarbonizar la economía global. Entre ellos, el aumento del coste de los fertilizantes que se ha producido a nivel global es especialmente preocupante para el campo español, importador neto de este insumo.

Y destaca el papel de España como una gran potencia exportadora de productos agroalimentarios: con una cuota mundial del 3,9%, ocupa la cuarta posición en la UE (por detrás de Países Bajos, Alemania y Francia) y la séptima a nivel mundial. Durante la pandemia, las exportaciones agroalimentarias han acelerado el paso, creciendo un 4,0% en 2020 y un 11,2% en 2021.

 

Aceite de oliva

En este informe se dedica un capítulo específico al sector del aceite de oliva. En el se realiza un análisis completo de la situación actual del sector y realiza una serie de recomendaciones con respecto a la valorización del producto en línea de otros expertos del sector: la apuesta por la calidad y el valor añadido marcan estás líneas de acción.

Se refuerza que el sector oleícola español tiene una enorme capacidad de producción, pero debe ir un paso más allá y buscar una mayor orientación al mercado. Para ello, se deben potenciar los atributos de nuestro aceite de oliva, que sean fuente de diferenciación, que den valor añadido al producto y, muy importante, que encajen con las demandas de los consumidores.

Una de las señas de identidad de nuestro aceite de oliva es la calidad, y España ha decidido colocarse en la vanguardia mundial en materia de exigencia de calidad. En 2021 se aprobó una norma que recoge una serie de requisitos sobre trazabilidad, elaboración y envasado, que permitirá potenciar la reputación del aceite de oliva español en el mundo y ofrecer la máxima transparencia y garantías al consumidor. En virtud de esta norma, el MAPA tiene operativo desde octubre de 2021 un sistema informatizado en el que se deben registrar los movimientos de aceite a granel y los movimientos internos entre las almazaras, las refinerías y las extractoras.

En los últimos años, sobre todo con la irrupción de la pandemia, ha crecido la preocupación por la salud y el cuidado del medio ambiente; esto, a su vez, ha favorecido el consumo de alimentos considerados saludables –y el aceite de oliva lo es– y la apuesta por lo ecológico y la biodiversidad. España es el primer productor mundial de aceite de oliva ecológico, una fortaleza que se debe poner en valor.

Fuente: Oleorevista

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