El sector vitivinícola español incrementa la población en los pequeños municipios un 36% en 20 años

El sector vitivinícola español es un factor determinante contra la despoblación en el medio rural. Así lo demuestra el hecho de que la población de los municipios españoles con menos de 2.000 habitantes dedicados mayoritariamente al cultivo de la vid se haya incrementado hasta un 35,8% en los últimos 20 años, mientras que la de los que carecen de viñedos ha descendido un 9,6%. Estos datos se recogen en el informe La relevancia económica y social del sector vitivinícola en España que la Interprofesional del Vino de España (OIVE) ha recogido con la ayuda de Analistas Financieros Internacionales (AFI) y que fue presentado el pasado mes de noviembre en Madrid.  El documento tiene como objetivo facilitar al conjunto de los agentes socioeconómicos y la sociedad la importancia del sector vitivinícola en todas esas vertientes. Se trata de una de las tareas prioritarias de OIVE, promoviendo estudios nacionales y regionales que descubren la importancia estratégica del sector.

Presencia del viñedo en todo el territorio

El cultivo de la vid está presente por toda la geografía española, lo que favorece la fijación de población no solo como actividad agraria, también como actividad industrial -elaboración del vino-, lo que redunda en la generación de actividad económica en las zonas próximas a las plantaciones.  La presencia del viñedo muestra una importante diversificación territorial, de ahí que la actividad vitícola se proyecte por toda la geografía. La superficie dedicada al cultivo de la vid supera las 930.000 hectáreas (en media del último lustro), lo que supone cerca del 13% de los 7,3 millones de hectáreas existentes a escala mundial, y nos convierte en líderes en extensión de viñedo.

 

Líderes en viñedo ecológico

La importante dotación de superficie dedicada al cultivo de la vid, junto con el amplio censo de explotaciones vitivinícolas, se traducen en una producción que en el año 2022 superaron los 36,4 millones de hectolitros de vino. También somos líderes en superficie ecológica. España cuenta con más de 142.100 hectáreas de viñedo ecológico para vinificación, equivalentes al 15,3% de la superficie total de viñedo para vinificación del país. Así, el viñedo ecológico responde por el 5,4% del total de superficie ecológica (calificada) cultivada a escala nacional, con una actividad industrial vinculada a la producción ecológica que es desarrollada por 1.334 bodegas y embotelladoras.

 

A más viña más vida

Más del 40% de los municipios españoles -3.323- albergan el cultivo de la vid. Muchos de estos municipios, el 66%, son de pequeño tamaño (menos de 2.000 habitantes), lo que hace al viñedo imprescindible para la supervivencia de estos territorios. De hecho, la población de estos municipios dedicados mayoritariamente al cultivo de la vid se ha incrementado hasta un 35,8% en los últimos 20 años. En contraposición, en aquellos municipios de menos de 2.000 habitantes en los que no hay viñedos la población ha descendido un 9,6%.

 

Peso en la economía nacional

En el aspecto económico, la cadena de valor del sector vitivinícola contribuye con un 2% al PIB español y genera más de 20.330 millones de euros de valor añadido bruto (VAB), de los que 11.040 millones de euros corresponden a una contribución directa. Por su parte, fruto del efecto indirecto derivado de las actividades que suministran bienes y servicios intermedios a las empresas y agentes del sector vitivinícola se han generado más de 6.800 millones de euros. Adicionalmente, el efecto inducido, vía consumo trasladado al conjunto de la economía, se sitúa en torno a los 2.490 millones.

 

Generador de empleo

Esta importancia económica del sector tiene, como no podía ser de otra manera, su repercusión directa en el empleo. El sector vitivinícola ayuda a generar y mantener más de 363.980 puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo en España, lo que representa en torno al 2% del empleo nacional.  Además, el desarrollo de la vitivinicultura demanda a su vez la presencia de una serie de “actividades suministradoras clave”, sobre las que genera un efecto arrastre o tractor. Entre ellas se encuentran las industrias del corcho (se calcula que el 97% de su negocio corresponde a los tapones de botellas de vino), madera para la obtención de barricas, la producción de botellas de vidrio o la fabricación de productos fitosanitarios y enológicos necesarios para los procesos de producción y elaboración del vino, entre otras.

Los empleos generados en el propio sector se estima que superan los 201.795, a la par que aquellos a los que da soporte gracias a la demanda ejercida en otras actividades suministradoras se situarían por encima de los 122.395 puestos de trabajo. Las actividades de elaboración y comercialización de vino son las que ejercen una mayor contribución económica, con una aportación directa al VAB estimada en 6.095 y 12.316 millones de euros, respectivamente. Asimismo, en términos de empleo directo, su contribución se estima en más de 103.980 y 218.605 puestos de trabajo equivalentes a jornada completa.

 

La mujer en el sector vitivinícola

Por género, la presencia de las mujeres empieza en las viñas y bodegas de los pequeños municipios, donde ejercen un papel imprescindible en el medio rural. Son garantía de futuro para el sector primario y fundamentales para su desarrollo.  De hecho, las mujeres han tenido un papel clave en la transformación y modernización del sector vitivinícola español en las últimas décadas, y su presencia en determinadas actividades de la cadena de valor vitivinícola es clave. Una tendencia que está alimentada, entre otros aspectos, por la participación femenina en la esfera académica. Así, dentro de la formación especializada en vitivinicultura y enología, se observa una mayor presencia de la mujer en niveles educativos superiores. No en vano, al menos la mitad de los matriculados en grado y máster en enología, en España, son mujeres. Asimismo, las mujeres presentan una mayor tasa de titulación universitarios que los hombres, tanto en el grado en enología como en el correspondiente máster en esta disciplina (44,2% de las mujeres frente al 41,2% de los hombres).

El perfil de género observado en la formación universitaria también se proyecta en el ejercicio de la profesión de enología, que cuenta con una amplia representación de la mujer. Viticultoras, ingenieras agrónomas, bodegueras, enólogas o sumilleres, entre otras muchas profesiones, hacen posible el liderazgo del sector vitivinícola español.  Junto a ellas están otras muchas mujeres aportando talento desde sus diferentes responsabilidades en departamentos de investigación y desarrollo, publicidad, marketing y un largo etcétera. Aún queda por hacer, pero es indudable que, en pocos años, la mujer está ocupando un lugar destacado en el sector vitivinícola desde la producción, elaboración y distribución y, por supuesto, también en su papel como consumidora de vino.

 

Ingrediente cultural y social

En el último aspecto, el cultural y social, el vino es una parte esencial de la cultura y la gastronomía, así como expresión social españolas, algo que incluso se ve reflejado en la acuñación del concepto de “vino español” en relación con un acto social. Su presencia como acompañante gastronómico y su vinculación con los hábitos culinarios y las celebraciones en España también son parte del sustrato del valor social del vino.

Son además diversos los lugares, dentro de la geografía española, en los que la tradición del cultivo de la vid y la elaboración del vino han dejado su impronta en el legado cultural y patrimonial, visibilizándose también en algunas festividades locales. El vino español es uno de los grandes líderes mundiales en producción, comercialización, calidad y variedad y desde la Interprofesional del Vino de España su objetivo pasa por realizar todo tipo de acciones que puedan contribuir a valorizar nuestro sector a lo largo de toda la cadena. 

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